Cuenta la leyenda que en la isla de Bímini, se encontraba un manantial de agua cristalina con poderes mágicos, el cual también era conocido como la fuente de la eterna juventud. Al parecer, cualquier persona herida o enferma que se bañaba en las aguas de esta fuente recuperaba el vigor de su edad más joven. No obstante, esta fuente solo estaba al alcance de los más valientes. Resulta curioso pensar que si esta leyenda fuera cierta, estos valientes hombres aún vivirían en pleno siglo XXI.
Pues bien, todos los españoles conocemos a uno de estos hombres: Raúl González Blanco, buque insignia del madridismo e historia viva del fútbol mundial. La leyenda madridista cuenta que este jugador no se limitó a mojarse los labios en dicha agua, sino que, con toda probabilidad se hinchó a beber hasta dejar la fuente seca. Es la única explicación razonable a la impecable trayectoria deportiva del 7 madridista (ahora en las filas del Schalke 04), el cual sin duda parece más joven con el paso de los años.
Los madridistas de mi generación casi no han conocido a otro capitán que no sea él; se trata de un jugador “eterno”. 6 ligas, 3 Champions y 2 Intercontinentales son algunos de los títulos más importantes que ha brindado a su afición. Se trata, sin lugar a dudas, del mejor futbolista de la historia de nuestro país. Un mito para todos.
Este mito, el mito de Raúl González, no ha nacido “solo” gracias a su impresionante palmarés. Sus cifras goleadoras también son de auténtico récord. De los 1516 goles que ha anotado el Real Madrid a fecha de febrero de 2009 desde que Raúl debutara en 1994 (según datos que publicaba la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol) , más de 300 habían llevado su sello, o lo que es lo mismo: el 7 blanco había conseguido anotar más del 20% de los goles del Madrid desde entonces, consiguiendo, entre otras cosas, ser pichichi en 2 ocasiones, máximo goleador de la historia de la Copa de Europa o el segundo máximo goleador de la historia de la selección española.
Sus aportaciones a los equipos en los que ha estado en todos los aspectos del juego han sido y son admirables: asistencias, kilómetros recorridos, robos de balón, remates a puerta… Si hablamos ya de sus cifras en cuanto a minutos disputados nos daremos cuenta de que estamos tratando con algo fuera de lo común. Según datos oficiales publicados por su club en la web a fecha de Marzo de 2009, el madridista había disputado más 700 partidos oficiales en toda su carrera.
Hablar de Raúl es hablar de un señor tanto dentro como fuera del campo: un jugador que nunca ha sido expulsado de un terreno de juego ni se ha perdido un partido por acumulación de amonestaciones en sus más de 14 años como profesional.
Numerosos han sido los premios que ha recibido, así como las nominaciones a mejor jugador del mundo. Y es que si nunca consiguió el Balón de oro es porque el jurado de estos premios fue injusto con él. No obstante, nadie en este país ha conseguido mantener un nivel de juego tan alto durante tanto tiempo. Nadie.
Bien es cierto que en la actualidad existe una generación de futbolistas españoles excepcional, no cabe duda. Jugadores como Xavi, Iniesta, Silva o Torres son algo fuera de lo común, y sobretodo los culés, están haciendo historia tanto en su club como en la selección, mostrando un nivel de juego al alcance de muy pocos. Pero a favor del 7 habría que decir que, sobretodo en la selección, nunca ha estado acompañado de una generación de futbolistas tan increíblemente buena como la que existe ahora… Y aún así los números están ahí. Si alguna palabra podría definir a Raúl esa sería regularidad; siempre ha dado la cara, tanto en su club como en la selección, en las buenas y en las malas… Y mientras las fuerzas aguanten la seguirá dando, en el Schalcke 04 o donde sea que se proponga continuar su carrera.
Sin duda es el mejor; una gran estrella que se codea con los mejores, algo que no ha hecho nadie en la historia de España. A pesar de no tener ni una técnica ni un físico privilegiados, su simple presencia en el campo, su inteligencia y su lucha, han hecho de Raúl el gran jugador que es. En sus últimos años en el Real Madrid compitió contra los mejores delanteros del mundo y ninguno ha conseguido quitarle el puesto. El Bernabéu lo idolatró en cada partido y ahora en Alemania está siendo un ejemplo también para toda la sociedad del fútbol: su club, sus compañeros, los aficionados... todos están rendidos a su profesionalidad tanto dentro como fuera del campo.
Los niños que han ido al Bernabéu estos últimos años y los que ahora disfrutan de su juego en la Bundesliga quieren ser como él; cada noche sueñan con viajar a un lugar mágico, esa isla de Bímini, para poder beber de ese agua que ha hecho de Raúl, un futbolista de barrio, el mejor jugador español de todos los tiempos. Por que la realidad es que los hay más rápidos, los hay más técnicos, más estéticos… pero no ha habido nadie en este país con esa capacidad para rendir a tan alto nivel durante tanto tiempo. Por eso simplemente es el mejor.
Nadie debe dudar del 7 porque siempre estará cuando se le necesite. Siempre. Y es que, curiosamente, cada vez que se habla de Raúl aparece la palabra siempre. Como dijo una vez Jorge Valdano (diario AS, 25/12/2002), “debería llamarse Raúl Blanco Siempre”.
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